Conocí a Andrés Plazas Torres hace 15 años, en la portería del Edificio Nueva Granada II de Chapinero Alto en Bogotá, en el que vivíamos. Algún comentario nos conectó. De ahí en adelante cuando nos encontrábamos charlábamos un rato, y fui descubriendo una persona muy especial y admirable. Lo fortuito se convirtió en intencional: sabiendo que Andrés no cocinaba, le subía a su apartamento en el noveno piso de cuando en cuando algún fiambre que hubiera preparado. Las charlas se hicieron más frecuentes y largas. Andrés nunca tenía prisa para conversar con quienes lo buscaban.

Andrés tuvo la mejor educación en universidades de Bogotá e Inglaterra. Ingeniero civil e industrial. Trabajó como ejecutivo y consultor. Pero por una iluminación de su espíritu, un día dejó todo esto atrás y empezó una nueva vida, como en un renacimiento. Esa nueva vida estuvo centrada en algo elemental y a la vez profundo: caminar. Caminó muchos senderos del país, conoció Colombia a pie. Después de mucho andar, sus pasos se concentraron en dos lugares: la Sierra Nevada de Santamarta y los Cerros Orientales de Bogotá. Sin proponérselo, sin intención de renombre o reconocimiento, se convirtió en el guardián de los Cerros. Ese andar hizo que su sabiduría antigua se reafirmara y fue un maestro para muchos que nos nutrimos de su compañía, sus acciones y palabras. En los últimos 20 años Andrés se fue consolidando como un poderoso líder, ejerciendo el más bello, sencillo y digno liderazgo; sin aspaviento, sin poses, desde una honesta y sincera disposición de servicio. Su figura, alto y desgarbado como el Quijote, su pelo ensortijado y su mirada algo lánguida, traía calma y bienestar a todos.

Salía de su apartamento hacia las 5:30 de la madrugada rumbo a la montaña, la que quedaba a 10 minutos caminando. Gracias a él centenares de bogotanos se convirtieron en caminantes; Andrés oficiaba como paciente guía y profesor en la reserva forestal de 13.000 hectáreas que empieza justo cruzando la Avenida Circunvalar hacia el oriente. También fue un hombre de acción: creó la Asociación Amigos de la Montaña para proteger el tesoro que son los Cerros; y lo  hizo con un enfoque amplio, y como todo lo de él, con sabiduría. Él veía a las montañas como fuente de salud y al mismo tiempo abogaba por la responsabilidad de todos los caminantes y de la ciudad en el cuidado de las montañas. Por ejemplo, el problema de inseguridad para los caminantes, pues en los últimos años los atracos se hicieron frecuentes, lo abordó desde todas las dimensiones, incluyendo la participación de las comunidades pobres que estaban localizadas sobre los Cerros, desde las cuales algunos jóvenes hacían excursiones para atracar. Muchos muchachos del barrio Bosque Calderón cambiaron la delincuencia por actividades cívicas que Andrés promovió. También protegió a muchos indígenas que llegaban de la Sierra Nevada a estudiar la universidad en Bogotá. Y no fue ajeno a las más importantes causas ambientales a nivel nacional.

Hace 12 años empecé a invitar a mi apartamento en Bogotá a varios amigos con  quienes tengo ciertas afinidades, para que algo así como un sábado al mes comiéramos juntos, escucháramos salsa y son cubano y  tertuliáramos sin propósito alguno. Empezamos 5 y el grupo se fue ampliando hasta  consolidar un combo de 13. A la reunión la llamamos ‘El Bembé’, en alusión a las fiestas cubanas con toque de tambores, y nosotros nos autodenominamos ‘los bembezudos’. Andrés fue de los primeros en unirse a la fiesta. Fue un verdadero privilegio y placer contar con él, su presencia vivificaba este encuentro que se convirtió en ritual lleno de fraternidad, conversación fresca y sin pretensiones,  buena comida, baile, rones y tabacos. Andrés bajada del noveno al quinto piso y durante unas horas nos compartía su bello espíritu del cual todos aprendimos y disfrutamos. Eso sí, a la media noche se quedaba dormido y un rato después partía. Que fuéramos 13 nunca fue un problema cabalístico, pues la poderosa energía que producía nuestra amistad espantaba cualquiera mala suerte.

Fernando, Nayibe, Ivonne, Javier, Ciro, Ángela, Mario, Liliana, Adriana, Acelia, María y yo llevaremos por siempre en el corazón a Andrés, nuestro adorado bembezudo

 

El maestro Gustavo Adolfo Renjifo le compuso la hermosa canción ‘El Caminante del cerro’ a Andrés Plazas para su cumpleaños de este 2023. Tal vez previendo su partida. Las imágenes del video dejan ver la belleza de Andrés.