El caos. El proyecto en el piso. Dirigentes invisibles, sin voz; no hay noticias que aclaren el camino, que tranquilicen. Aquel que filtraba información fue despedido. Ya no es directivo, por fortuna, porque llegó de la nada... y nada hizo.

Soluciones inciertas en el Once Caldas. Presente oscuro. El mando técnico interino, blando, pero Elkin Soto no debe ser señalado. Heredó el caos y al cargo llegó por imposición, en emergencia.

El liderazgo de los veteranos discutido.

Correa, llamado a serenar en crisis, disfraza su incompetencia actual en matonería. Cae fácil en la provocación.

Torijano, cuando la tarea se hace dura, desaparece. Riquet, para colmo de males, en cada choque, lesionado. Cuando se reanima, da golpes a destajo, que lo sitúan al borde de una expulsión.

No hay soluciones en el juego, las estrellas se esfuman. Viven del pasado. Dayro corre sin rumbo y salta de rumba en rumba. Quiere el balón, pero no le llega. Está en el rebusque. Juega solo, aislado y desesperado.

¿Dónde está Sherman? Suya es, a veces, la pelota, pero no están sus ideas.

Los restantes futbolistas, sin compromiso, algunos de porcelana, como el argentino Gallardo; otros en zona confort, eludiendo el atasco. El portero perdió seguridad. Sus manos son lisas, sin agarre. Preocupante es la crisis, con raíces profundas, porque tiene años sin poderes curativos por parte de los directivos responsables, indiferentes frente a la afición.

Las extensas deliberaciones para nombrar un técnico en propiedad, demuestran la inexistencia de planes alternativos y el desconocimiento del mercado. Por eso los vuelos de los elegidos son cortos en aspiraciones, con inevitables fracasos. Pesan más las palancas que los currículos y el valor inferior de su trabajo.

Decenas de hojas de vida, con padrinos o sin ellos, reposan en el Club. Llegan tantos por el sueldo, a la espera de las indemnizaciones, cuando los despiden. De eso viven, como Corredor. Muchos charlatanes, también en carpeta.

Ojalá, en este viaje penoso hacia el infierno de la tabla, el Once tenga una parada intermedia para tomar aire. Para cargar combustible. Y en el caso del técnico, que se elija al mejor.

No es imposible salir del fango, si hay ideas, ganas... y un calificado timonel.