Pase tres dedos de Dayro, que algunos llaman quirúrgico por lo preciso, control con definición artística de Arce, perfección en la jugada y gol fantástico. Fue el primero, para silenciar el estadio.

El segundo, un susurro, de penalti, ejecutado con maestría, con salto, desplante y golpeo suave, como lo hacía Valentierra.

Cada gol del Once, para los aficionados expectantes y nerviosos, fue como un viaje a otro planeta.

Era el día, ante un encopetado, que terminó como los grandes cuando se les agotan las fórmulas y la pelota no entra. Buscando "piscinazos", para engañar al árbitro. Por fortuna estaba Roldán quien, esta vez, con impecable autoridad, "no comió cuento".

Dayro y sus siete vidas. Brilla, desentona, exaspera la tribuna, cae, se levanta, anota y celebra. No jugó para él, como tanto se le critica, sino para el Once Caldas. Se tragó la cancha. Volvió a encontrar la alianza perfecta con sus compañeros, especialmente con Arce.

Corrió como adolescente peleando un puesto, se puso la camiseta, no excedió sus revoluciones, evitó las patadas rabiosas al aire comunes en sus descaches y no avergonzó a sus compañeros con sus reproches.

Dayro en estado puro, para justificar el mito que, a dos goles, será sólo suyo.

El resultado a favor, sirvió para fortalecer la confianza en el vestuario, después de los sinsabores recientes, especialmente aquel del clásico.

Pocos daban un peso por el triunfo, Incluido algunos de los jugadores y periodistas afectos a Millonarios. Miraron de reojo al Once Caldas, con algo de menosprecio. Justo es decir que actuó aporreado por las lesiones, con futbolistas bajos de forma y que frente al arco, la pelota para ellos no fue dulce.

Porque además, para su desgracia, estaba James Aguirre en la portería blanca, quien simpatiza hace rato con los hinchas, por su colocación, su reacción y sus reflejos, siempre con influencia a favor en los resultados, lo que inspira cuando se pierde la brújula.

El Once ganó desde la mente, definió mejor sus rasgos como equipo,con un gran despliegue físico. El técnico Herrera afronto sus retos con acierto, al mover las fichas.

Especialmente ante la salida de Arce por contractura, Iván Rojas por sobrecarga y Cardona con un golpe. Ninguno de ellos, tras las primeras evaluaciones del médico Vinasco, pone en peligro su actuación en el próximo partido.

El simpatizante pasional, ya sueña. A la expectativa de que se repita el triunfo, por el valor de los tres puntos, ante el Cali, el próximo obstáculo. No se trata de festejar una noche, es volver a ganar para ratificar la evolución en el juego.

Al calor del resultado en el fútbol, eres un genio, un loco o un demonio.